
El primer gol que nunca olvidaré: una historia personal
El primer gol, que nunca olvidaré, se convirtió en el punto de partida a partir del cual el fútbol dejó de ser sólo un juego y se convirtió en una verdadera pasión que llevas contigo toda la vida. Todavía recuerdo ese estadio en el patio trasero, con pequeños agujeros cavados en el suelo en lugar de porterías, un balón viejo que había sido remendado más de una vez y un equipo de personas con ideas afines que vivían el momento no menos que yo. No jugamos por medallas ni por fuertes aplausos, sino por la pura alegría de ser parte del juego, mejorar con cada tiro y anotar como si fuera la final de nuestra vida.
Ese momento ocurrió completamente inesperado. Recibí un pase que voló un poco torpemente, la pelota rebotó en la superficie irregular y parecía que la oportunidad estaba perdida. En algún lugar, alguien ya había gritado «¡Huelga!». Y automáticamente decidí atacar, sin siquiera tener tiempo para prepararme. La pierna sintió el peso de la pelota, el cuerpo se encorvó y todo pareció quedar en silencio por un momento. Incluso ese pase, que no era ideal, se convirtió en una oportunidad perfecta porque la aproveché como me decía mi intuición. La pelota voló bajo, casi deslizándose por el suelo, y se tragó el último agujero frente a la línea de gol, cambiando de dirección bruscamente. El portero se quedó paralizado y al segundo siguiente hubo una explosión de alegría: alguien del equipo saltó sobre mi espalda, alguien gritó alegremente e incluso el sol apareció de repente detrás de las nubes, iluminando nuestras exclamaciones.
Todavía me siento orgulloso, aunque sólo fue el primer gol, no decisivo y ni siquiera muy bonito. Pero fue él quien me enseñó que es importante no sólo esperar el momento perfecto, sino también aprovechar la oportunidad aquí y ahora, confiar en uno mismo y no tener miedo a equivocarse. Ese primer gol me dio fe: en el azar, en el equipo, en el valor de un momento en la cancha. Desde entonces, para mí el fútbol no es sólo un resultado, sino la magia de las cosas simples que convierte incluso un partido cotidiano en una auténtica fiesta en tu interior.