Cómo me esforcé por primera vez como entrenador de un equipo de amigos
2 mins read

Cómo me esforcé por primera vez como entrenador de un equipo de amigos

La primera experiencia de un entrenador siempre comienza no con tácticas o instrucciones en voz alta, sino con un momento específico en el que entiendes: ahora eres responsable no solo de tu propio juego, sino también del estado de ánimo, los errores, las victorias y los altibajos de todos tus jugadores. Me sucedió de manera inesperada: una iniciativa común de amigos en el patio se convirtió inesperadamente en un verdadero equipo de fútbol. Alguien bromeó diciendo que “alguien debería ponernos en posiciones y pensar nuestro propio estilo”, y de repente todas las miradas se volvieron hacia mí. No pude negarme, porque para mí el fútbol siempre es responsabilidad y ganas de compartir.

El papel del entrenador resultó ser completamente diferente a lo que estaba acostumbrado a ver desde el lado del jugador. No basta con ejecutar tu momento: necesitas sentir a cada miembro del equipo, entender por qué Roman tercamente recurre a las fintas, por qué Serhiy se pone nervioso antes de un tiro e Igor se olvida de hacer pases simples. Era difícil no invitar a los amigos a tomar un café, pero mantener su atención durante un breve calentamiento o análisis de errores anteriores. Quedó claro: si quieres que el equipo juegue como uno solo, primero tienes que encontrar un enfoque hacia cada persona, no como jugador, sino como persona. Aprendí sobre la marcha: espié a entrenadores profesionales, pero la mayoría de las decisiones estaban dictadas por la simple intuición y el deseo de hacer que el fútbol fuera lo más accesible posible para todos.

Desde el primer juego en el nuevo estatus, quedó claro que incluso la empresa mejor coordinada necesita estar motivada no solo por los resultados, sino también por apoyarse mutuamente después de los fracasos. Perdimos, discutimos por pequeñas cosas, pero cuando sonó el silbato vi los ojos brillantes de mis amigos y entendí: es en estos momentos que nace un verdadero equipo. Esta experiencia, llena de improvisación, emociones y tímidas intuiciones tácticas, me enseñó a apreciar no sólo el fútbol, ​​sino también a las personas que me rodean. Incluso entonces, me di cuenta: la emoción de entrenar no está sólo en las victorias, sino también en cómo ayudas a todos los que te rodean a crecer, y es ahí cuando el fútbol se convierte en algo mucho más que un simple juego.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *